Drogas y Alcohol
Las adicciones químicas, como las otras adicciones, es un proceso a lo largo del tiempo que cursa a través de diversas etapas y cuyas características cambian de acuerdo a la severidad del problema.
La negación, el autoengaño y las distorsiones del pensamiento típicas de la adicción, conforman un sistema bien nutrido que atrapa al adicto en un círculo de deterioro progresivo.
Detrás de la adicción siempre hay una idea o creencia que es la clave, y es lo que hay que aceptar o cambiar.
La neurobiología ratifica que el consumo prolongado de drogas causa daños cerebrales duraderos.
De hecho, la drogadicción debe ser considerada a todos los efectos como una enfermedad crónica.
Esta afirmación no es ya sólo una iniciativa de política sanitaria o un diagnóstico avalado por la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Americana de Psiquiatría, sino una sentencia científica.
La acumulación de investigaciones sobre la biología de la adicción ha ratificado que el uso prolongado de drogas causa alteraciones cerebrales y cognitivas duraderas y que, por tanto, la drogadicción debe ser abordada como una enfermedad, con las mismas estrategias que la diabetes, el asma o cualquier otra patología crónica.
Una de las conclusiones más relevantes de las recientes investigaciones es que todas las sustancias adictivas, desde el tabaco a la heroína, pasando por la cocaína, el alcohol, la marihuana y las anfetaminas, activan los mismos circuitos cerebrales.
Ahí parece estar la clave del conocimiento y el tratamiento de las adicciones.
La dependencia a las distintas drogas, aunque se manifiesta con comportamientos diferentes, tiene mecanismos biológicos comunes que nos explican muy bien qué sucede en el cerebro.